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Este año es muy especial para la profesión forestal en Chile. Se cumplen setenta años desde la creación de la carrera en la Universidad de Chile y cuarenta años desde la creación del Colegio de Ingenieros Forestales, la organización gremial que agrupa y promueva el conocimiento de la profesión en el país. Además, este mes celebramos el 3 de mayo el Día del Ingeniero Forestal.

Siendo una profesión joven, surgida en la década del cincuenta, no cabe duda de que ha tenido una profunda influencia en la gestión de los bosques y las tierras forestales durante la primera mitad del siglo pasado y lo que llevamos del presente siglo. La profesión surgió en un período extremadamente complejo, en el que los históricos excesos de actividades como la minería, la ganadería y la minería habían dejado su huella sobre nuestro territorio. Deforestación, erosión, pérdida de biodiversidad, pobreza rural, fueron el resultado de una explotación irracional de nuestros bosques. En ese escenario, altamente desafiante, los nuevos profesionales debieron levantar una institucionalidad que enfrentara estos pasivos ambientales y abocarse a la tarea de recuperar el verde de los territorios.

Desde esa fecha, ya sea desempeñándose en los servicios públicos, en la actividad privada o en la academia, investigando y formando nuevos profesionales, los ingenieros forestales han debido siempre transitar por una delgada línea de actuación. En efecto, dadas sus muy diversas y vitales funciones y las altas demandas que las personas tienen respecto a su conservación, los bosques presentan una extraordinaria complejidad para quienes están llamados a promover tanto su uso sostenible, como su conservación, protección y acrecentamiento. Haber enfrentado esa complejidad es uno de los grandes méritos de la profesión forestal.

En la actualidad los ingenieros forestales tienen el deber de liderar y encauzar la discusión sobre las acciones que desde el ámbito público y privado se deben adoptar para fortalecer el rol económico, social y ambiental de los bosques. Visibilizar, por ejemplo, que las moratorias de uso de los recursos forestales no es sinónimo de conservación. Sólo a través de una conservación activa, que articule acciones de preservación, protección y uso sostenible, seremos capaces de revertir las históricas cifras de deforestación y degradación, especialmente en nuestro continente.

Por otra parte, la estigmatización de nuestra profesión, asociándola a las acciones de reemplazo de bosques naturales en el pasado, no solo es imprecisa, sino simplista. Es precisamente la necesidad de defensa de los bosques, ante la destrucción por actividades como la agricultura, la minería y el aprovechamiento maderero irracional, la que llevó a crear la carrera de ingeniería forestal en el país. En nuestro día, reivindicamos el aporte que hemos realizado en el pasado y que seguiremos realizando en el futuro, para la conservación y uso sostenible de nuestros bosques.

Un abrazo afectuoso a todos los hombres y mujeres que escogieron esta hermosa profesión !!!!

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